viernes, 8 de noviembre de 2013

Buena cara al mal tiempo!

¿Cuántos de vosotros os desmotiváis cuando salís a la calle y está lloviendo, hace viento y frío?
Supongo que la gran mayoría de vosotros habéis respondido que sí, por eso hemos decidido hablar sobre la meteorosensibilidad.
Se estima que, aproximadamente una de cada tres personas es meteorosensible, pero en mayor o menos medida a todos nos afectan los cambios de tiempo, la luz y la temperatura. 
Es evidente el hecho de que las condiciones meteorológicas que nos afectan van a ser aquellas que más se diferencian de nuestro clima habitual, por ejemplo no es lo mismo estar un par de semanas sin ver el sol, que para un andaluz, que ni prácticamente ni está acostumbrado a la lluvia, de lo que podemos extraer que no todos los seres humanos vamos a responder de la misma manera alas condiciones meteorológicas de nuestro entorno.


Con relación a este tema se han realizado en los últimos años, innumerables estudios sobre como el clima nos afecta; en uno de estos estudios demuestra que en días de lluvia, nubes, viento y cambios bruscos en la presión atmosférica es cuando más problemas tienen las personas meteorosensibles, debido a que estos elementos meteorológicos aumentan el número de iones positivos (cationes) en el aire, provocando que este aire tenga efectos nocivos que pueden afectar a la salud y el estado de ánimo de las personas, así pues, estos cationes se introducen en el organismo por la vías nasales, generando un conjunto de reacciones fisiológicas adversas sobre todos nosotros, principalmente sobre el sistema nervioso, originándose alteraciones de nuestro estado emocional, del comportamiento y de la concentración.

Aquí podéis ver un vídeo que habla sobre la ionización negativa.

Por otra parte, cuando disfrutamos de un tiempo soleado y cálido (aunque no sofocante) nuestro estado cambia de manera radical y esto se debe a la disminución de los iones positivos en el aire y el aumento de los negativos (aniones); cuyos efectos en nuestro organismo son mucho más beneficiosos que los anteriores:
  1. Aumentan nuestra capacidad visual.
  2. Mejoran nuestro estado de ánimo y bienestar general.
  3. Disminuyen los dolores musculares, por eso se dice que, en ocasiones, el sol tiene efectos analgésicos.
  4. Aumento de la actividad sexual, es decir, nos apetece más practicar sexo.
  5. A nivel cardiaco, disminuye el riesgo de padecer enfermedades coronarias, infarto de miocardio y anginas de pecho.
  6. Mejora las enfermedades del sistema respiratorio como la bronquitis, sinusitis y el asma. Esto se debe a que la presencia de iones negativos en el aire favorece la eliminación de la mucosidad que retiene las impurezas del aire, facilitando la purificación de la sangre venosa.

Otros estudios muestran como nos afectan las pequeñas variaciones del tiempo; sus resultados ha sido cuanto menos sorprendentes: los cambios bruscos de temperatura fueron relacionados con insuficiencias respiratorias, jaquecas, crisis epilépticas o cambios en los niveles de glucemia en sangre; mientras que la lluvia y la humedad generan mayor ansiedad, estrés, reuma y asma.

Desgraciadamente, las personas más meteorosensibles no pueden hacer nada más que resguardarse en casa en los días más malos, porque esta enfermedad no tiene ningún tipo de tratamiento e incluso, son pocos los médicos y psicólogos que aceptan este mal como una enfermedad.



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